Adam se fue a la cama, pensando en que podía suceder entre Mery y él. El chico no sabía si la quería, solo llevaban tres días viendóse, gran cosa no podía sentir. Esa noche no durmió casi nada.
El día siguiente Mery se bebió un café con leche y se fue a trabajar. Adam no trabajaba, era un hombre sin suerte en la vida. Aunque su currículum era de los mejores, no daba el perfil físico.
Los días iban pasando, y nadie llamaba, no se veían, hasta que tras tiempo pensando, tenía las cosas claras.
Esa mañana, la del 24 de diciembre, dónde pasarían la noche buena solos, completamente solos, sin compañia. Adam fue hasta Dover. Él vivía a una ciudad no muy lejos de Dover, llamada Canterbury.
Picó a su puerta. No abrió nadie. Estuvo picando un buen rato, pero no hubo respuesta. Volvió al coche. Una cabeza estaba asomada a la ventana del piso de arriba, pero Adam no la vió.
Lo fuerte de esto es que Mery había estado yendo al psicólogo para encontrar una solución, porque no solo lo quería no podía vivir sin él, pero nadie lo sabía. Adam esperó horas en el coche, esperándola. Se hicieron las once de la noche y se tenía que ir. Cuando llegó a su piso, recibió un mensaje de Mery:
"Adam, los dos sabemos que necesito enamorarme de ti, porque lo mío es más fuerte de lo que piensas y de lo que pensaba antes yo. Así, que dejame intentarlo. Merry Christmas!"
Mery pasó todo la noche buena llorando. I don't know I'm scared, decía. Fue las peores navidades de sus vidas. Sin compañia, sin regalos, solo sus lágrimas y ellos. Debían ser fuertes. Aún no lo habían descubierto pero estaban echos el uno para el otro. Debían esperar...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada